Lo que Reservoir Dogs (1992) y Pulp Fiction (1994) son al cine negro o de gangsters, Death Proof (2007) lo es al “cine de coches”. Un apasionado homenaje, a la vez que una reescritura, llevado a cabo por ese cinéfilo insaciable que es Quentin Tarantino.
En la segunda parte del filme se explicitan los referentes que Tarantino recicla y se apropia, amoldándolos a su gusto: el segundo grupo de chicas habla directamente, en una larga conversación, sobre Punto límite: cero (Richard C. Sarafian, 1971), una obra de culto para el director de Malditos bastardos (2009). Por si esto fuera poco, el coche que toman prestado y con el que acosan a Stuntman Mike, es un Dodge Challenger de 1970 de color blanco. Exactamente el mismo que conducía Stanley Kowalski en la clásica road movie de Richard C. Sarafian.
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