En Carretera al infierno (Robert Harmon), una versión de 1986 en clave terrorífica de The Hitch-Hiker (1953), la clásica road movie de Ida Lupino, un escalofriante Rutger Hauer es un autoestopista psicópata que deja un reguero de cadáveres en las cunetas mientras persigue a un joven conductor que ha conseguido milagrosamente escapar de él. Tras presenciar la matanza de una familia entera por parte del salvaje asesino, el protagonista llega a una gasolinera abandonada en mitad de una tormenta de arena y se oculta en un almacén casi derrumbado, que hoy aún forma parte del pueblo fantasma de Death Valley Junction, en California. Esta localidad solitaria y semiabandonada está situada a la entrada del Parque Nacional de Death Valley, una maravilla natural de múltiples y variados paisajes desérticos que parecen sacados de otro planeta y que sin duda merece una visita a pesar de las duras condiciones climatológicas. Death Valley Junction aparece de la nada, en mitad del desierto, tras cincuenta kilómetros en coche desde el pueblo más cercano, Pahrump, en la frontera de California con Nevada.
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