El 3 de febrero de 1959, las estrellas de rock Buddy Holly, JP “The Big Bopper” Richardson y Ritchie Valens murieron cuando su avión se estrelló en Iowa durante una gira nacional. Se suponía que Valens no debía estar en el avión, pero consiguió un asiento después de ganar un sorteo. El incidente se conoce como “el día en que murió la música” desde 1971, cuando la tragedia inspiró a Don McClean a escribir “American Pie“.
Tras actuar en Clear Lake (Iowa), Buddy Holly, muy cansado por la gira Winter Dance Party —una serie de conciertos alrededor de 24 ciudades en solo tres semanas, junto a Ritchie Valens, Dion and The Belmonts y The Big Bopper—, decidió alquilar una avioneta ya que la calefacción del autobús se había roto y hacía mucho frío ese día, unos 30º bajo cero. Además, así tendría más tiempo para dormir. La avioneta era pilotada por el joven e inexperto piloto Roger Peterson. Su avión tenía la capacidad para tres pasajeros —y el piloto— que tenían que pagar 36 dólares por el viaje. Una vez finalizado el concierto, la avioneta despegó de Clear Lake. A la una de la madrugada, dos horas y media más tarde, se denunció la desaparición del avión. En ese avión, Buddy Holly estaba acompañado por Ritchie Valens y The Big Bopper.
En esa misma mañana del 3 de febrero de 1959, se encontró en un campo de maíz un avión totalmente destrozado, y alrededor de ese avión se encontraron los tres cuerpos de los músicos, que habían salido despedidos por la gran colisión del avión contra el suelo del campo, muriendo instantáneamente. En la cabina se encontró el cadáver del piloto, quien no había sido despedido por el avión.
Con el músico de las gafas de pasta, se iba un artista irremplazable. Sucedió además en el momento en el que el músico se había consolidado con tan sólo 22 años y había vendido 10 millones de discos. La carrera prometedora del autor de “Peggy Sue”, “That’ll be the day” y “Oh Boy!” se vio cortada de tajo. Junto con The Crickets, Buddy Holly lideró una de esas formaciones extraordinarias que aportaron ternura y ritmo al rock y, aún más importante, avances musicales. El sonido de The Crickets, marcado por la pureza de las guitarras eléctricas y los trabajos corales, escapaba a todo convencionalismo. Buddy Holly y The Crickets fueron tan influyentes como sus coetáneos Elvis Presley, Little Richard o Bo Diddley.