En Lupton, justo en la frontera entre Arizona y Nuevo México y a la sombra de unos acantilados de tierra rojiza, se encuentra el Chief Yellowhorse Trading Post. En la época gloriosa de la vieja Ruta 66, este era un lugar en el que coches y camionetas repostaban y compraban agua y provisiones para el camino. En Las uvas de la ira (John Ford, 1940), los Joad pasan una inspección estatal en este punto, en el que un agente de la policía de Arizona los anima a cruzar el estado y no detenerse, prácticamente, hasta que lleguen a California. En la actualidad, el Chief Yellowhorse Trading Post es una atracción para turistas regentada por la misma familia indígena navaja desde los años cincuenta.
Sus rótulos amarillos y su caballo de plástico, también amarillo, colocado en el tejado de uno de los locales, llaman la atención a los conductores de la I-40 para que se desvíen y se detengan a comprar algún souvenir o artesanía —pieles, collares, mocasines— del pueblo navajo.
Los moteles forman parte del paisaje de carretera estadounidense del mismo modo que las gasolineras, las señales de tráfico o los diners. Por suerte para los nostálgicos, la aparición de las interestatales y el auge de las cadenas hoteleras corrieron paralelos a una toma de conciencia cada vez mayor de la importancia de la recuperación y defensa de este patrimonio histórico y arquitectónico. Así, se han podido salvar algunos edificios y construcciones emblemáticos de las highways americanas, como el Wigwam Motel (Holbrook, Arizona), que desde su fundación en 1950 se ha convertido en una de las atracciones más fotografiadas de la Ruta 66. El Wigwam ofrece la posibilidad de dormir en un tip, pero con todas las comodidades de un motel. Además de ofertar un peculiar alojamiento, el Wigwam es un auténtico museo al borde de la carretera con automóviles clásicos dispuestos decorativamente en su estacionamiento. Hay una referencia a él en Cars (John Lasseter, 2006), cuando aparece un motel en el que cada habitación tiene la forma triangular de un cono de carretera.