Piensa en el primer concierto al que asististe. Probablemente puedas recordar la energía de la multitud que esperaba que la banda finalmente subiera al escenario, la reverberación del primer rasgueo de la guitarra, los golpes de la batería que parecían golpear dentro de tu cuerpo. Las luces, el carisma de los artistas, finalmente escuchar sus canciones favoritas en vivo —como deben ser escuchadas—, la experiencia permanece viva por el resto de tu vida. Es posible que aún tengas la camiseta que compraste como recuerdo del espectáculo, que entonces te pareció un poco cara, enterrada en tu armario.
Hay algo en la música que se incrusta profundamente en los recuerdos. Pero este fenómeno no solo ocurre a nivel individual, la música también puede formar una memoria cultural colectiva. Si piensas en las últimas generaciones, ciertos momentos de la música se destacan como marcadores del tiempo y reflejos de una generación. Cualquier adolescente o adulto en 1980 puede decirte dónde estaba cuando el beatle John Lennon fue asesinado, mientras que los fans más jóvenes de la música han tenido una experiencia similar con la muerte de Michael Jackson. También están esos espectáculos esperanzadores e inolvidables, como la famosa actuación de Queen en Live Aid, los movimientos de cadera de Elvis Presley en The Milton Berle Show y el concierto acústico de un malhumorado Kurt Cobain en MTV Unplugged. No importa lo que sientas sobre estos artistas, no hay duda de que tuvieron un impacto en la cultura y cambiaron la música para las generaciones futuras.
Por eso hoy iniciamos —basada en fuentes como las publicaciones musicales Billboard y Rolling Stone, medios de noticias generales como The Guardian y NPR, y el Diccionario Histórico de Música Popular de Norman Abjorensen—, una serie de los momentos más icónicos de la historia de la música rock y pop.