El recuerdo del rodaje de Easy Rider (Dennis Hopper, 1969) en Taos y El Prado, dos pequeñas localidades adyacentes situadas al norte de Santa Fe, va más allá de las ambientaciones que los cinéfilos puedan identificar. El Contenta Bar que aparece al inicio de Easy Rider es ahora Red Arrow Emporium, un establecimiento de El Prado a medio camino entre tienda de muebles y ferretería, con un aspecto muy distinto al que posee en la película. El lugar de peregrinación para fans, por tanto, no sería tanto este sino la humilde tumba que, siguiendo el ceremonial indígena, acoge los restos de Dennis Hopper, director y coprotagonista de Easy Rider, en el cementerio Jesús Nazareno en Ranchos de Taos, a las afueras de Taos. También aquí se encuentra la iglesia de estilo pueblo más representada en fotografías y pinturas de diversos artistas, la de San Francisco de Asís. Su voluminosa y redondeada fisonomía hecha de adobe fue capturada en diversas ocasiones por los fotógrafos Ansel Adams —realizada en 1929 y hoy en la colección permanente del MoMA de Nueva York— y Paul Strano, así como por Georgia O’Keeffe.
A las afueras de El Prado se encuentra una de las atracciones naturales más impresionantes de la zona: la garganta del río Grande, un amplio cañón de 175 metros de altura. El puente que la atraviesa es una estructura de acero de 16 kilómetros de largo que sirvió como altar de lujo para la excéntrica boda de Mickey y Mallory en Asesinos natos (Oliver Stone, 1994). El puente atrae a numerosos visitantes cada año y las vistas pueden poner a prueba el vértigo de cualquiera. Los nerds protagonistas de Paul (Greg Mottola, 2011) tampoco dejan pasar la oportunidad de fotografiarse en él.
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